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El 2020 fue un año atípico para todos. Las vías sin carros, los parques sin personas y los templos sin feligreses. Estábamos a 15 días de iniciar la Semana Mayor, los pasos ya estaban organizados, los síndicos con sus respectivas cofradías se alistaban para cargar sobre sus hombros las santas imágenes. En la Catedral de Pereira, nos prepararemos para recibir aproximadamente 5.000 personas entre el domingo 5 y el 11 de abril. Pero todo se vio afectado. El tiempo se detuvo, las puertas se cerraron y como dice el dicho; nos dejaron “vestidos y alborotados”.


Esa semana santa fue distinta a las demás, las calles ya no se llenaban a lado y lado de personas que se acercaban para ver las solemnes procesiones del viernes y sábado santo, El domingo de ramos el burrito no salió del templo, y el resucitado, ni siquiera subió las escaleras de la cripta. Todo estaba en su sitio. El Obispo no sabía para donde mirar, era la primera vez que celebraba una eucaristía para 2 personas, el párroco y para este servidor.

La Solemne Vigilia Pascual, la ceremonia más importante de la semana mayor, esa que estamos acostumbrados a vivirla el sábado santo luego de la procesión de la Virgen de la Soledad, se realizó a las 10 de la mañana, para que pudiéramos editar el video y poderla publicar a las 8 de la noche. Los medios de comunicación llamaban a preguntar cómo estábamos viviendo estas celebraciones, y la respuesta siempre era la misma: "Esta es una ceremonia distinta a las demás".

Celebración "Solemne Vigilia Pascual" https://www.youtube.com/watch?v=jjejGwJbMkc&t=1s

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